AGRADECE A DIOS POR EL TRABAJO
En medio de las responsabilidades diarias, a menudo nos olvidamos de reconocer lo privilegiado que es tener trabajo que hacer. En Colosenses 3:23-24, la Palabra de Dios nos recuerda:
En medio de las responsabilidades diarias, a menudo nos olvidamos de reconocer lo privilegiado que es tener trabajo que hacer. En Colosenses 3:23-24, la Palabra de Dios nos recuerda:
En la vida, muchas veces nos enfrentamos a desafíos, logros y momentos de gran alegría. En medio de todo esto, es importante recordar que la gloria no es nuestra, sino de Dios. Él es el autor de todas las cosas y merece todo el honor y la alabanza.
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. – 1 Corintios 13:1
¡Sí, Dios planeó todo para ti! Esta declaración refleja la verdad transformadora de que la vida no es una mera coincidencia, sino una expresión del amor y la sabiduría del Creador.
Y Dios el Señor formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz hálito de vida, y el hombre se convirtió en un ser viviente. (Génesis 2:7)
Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo? Tú eres el Cristo —afirmó Pedro. (Marcos 8:29)
Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas." – Mateo 6:33
¡Dios es el Creador supremo y su creatividad es infinita! Mira a tu alrededor y ve al mundo que él creó: las delicadas flores, los pájaros que cantan, los colores deslumbrantes del atardecer. Todo esto es un testimonio de la asombrosa creatividad de Dios.
A veces tenemos una relación servil con Dios, pero en lugar de ser siervos, parecemos amos… pedimos, declaramos, casi mandamos. No somos señores, sino siervos. Aun así, esperamos bendiciones de Dios, paz, prosperidad y salud, entre otras cosas. Ahora, ¿qué espera Dios de nosotros?
En el ajetreo de la vida cotidiana, muchas veces nos encontramos agotados y sin fuerzas para afrontar los retos que se nos presentan. Sin embargo, la Palabra de Dios nos recuerda en Isaías 40:30-31:
A ti clamaron, y tú las salvaste; se apoyaron en ti, y no los defraudaste. – Salmo 22:5
Así dice el Señor: ¡Maldito el hombre que confía en el hombre! ¡Maldito el que se apoya en su propia fuerza y aparta su corazón del Señor! – Jeremías 17:5
Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. – Romanos 8:28
Yo soy el que por amor a mí mismo borra tus transgresiones y no se acuerda más de tus pecados. (Isaías 43:25)